
Me ha llevado mas de tres horas comenzar la publicación de mi primera entrada, como un año en decidirme iniciar mi blog y muchos años en comprender que, a veces es injusto pagar a un analista, terapeuta, atiendelocos o como quieran llamarle a la profesión mas esquizofrénica que nos ha dado la vida, y que una de las formas de vencer mi deseo de exponerme es simplemente haciéndolo. ¿Quién, que de profesión u oficio no es ni escritor, ni periodista, ni aún bloggero, no ha amanecido un día con ganas de gritar algo con letras, de hacerse conocer las ideas de forma escrita, de postear o simplemente con el deseo de compartir un pensamiento con otros seres conocidos, y que no están cerca, o desconocidos que abarcan cada día en la inquieta pantalla del twitter? Qué mejor medio para satisfacer la exposición del ego nos ha dado la tecnología de las redes sociales.
Como buena principiante de twitter, hace cuatro meses, no tenía ni idea de cómo pifaba la cosa ni qué sentido tenía, hasta que con la práctica encontré algo como un hilo conductor, de esa red social en específico, o por lo menos me pude percatar de la necesidad contundente de exponerse a través de un sinnúmero de inquietudes escritas, la mayoría basadas en el ego. No lo señalo de manera juiciosa, simplemente es como cuando uno cree que el camino que toma cada día se ha convertido en el más transitado y lento, hasta que decidimos tomar una nueva ruta y nos damos cuenta que simplemente vivimos en una ciudad caóticamente rebasada por la falta de planeación. Así es, por haberme decidido a tomar una nueva ruta para experimentar un no-sé-qué, me di cuenta que el tuitear, postear o bloggear se ha convertido en el diván de muchos.
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